
Creía que lo había visto todo en lo que a viajes se refiere, ¡pero Córdoba me tenía reservadas muchas sorpresas! Tras un larguísimo viaje de Reunión a Córdoba, llegué a esta ciudad donde el tiempo parece haberse detenido.
Imagíneme a mí, un reunionés acostumbrado al calor y a las playas, tiritando en las estrechas calles de Córdoba. Claro, el sol brilla, pero el viento que corre por las callejuelas te recuerda rápidamente que estás muy lejos de la isla. Así es, Florie, es invierno. ¿Y los españoles? Nocturnos empedernidos. Mientras yo soñaba con acostarme pronto, ellos estaban tomando tapas en animadas terrazas.


Las catedrales y mezquitas son sencillamente impresionantes. Columnas hasta donde alcanza la vista, mil años de historia… Me siento como si hubiera viajado en el tiempo. Las callejuelas, en cambio, son otra historia. Me he perdido más veces de las que puedo contar. Es como un laberinto gigante en el que las paredes tienen orejas.
Y luego está el ritmo de vida, tan diferente del nuestro. En Reunión somos madrugadores. Aquí, las tiendas abren a las 10 de la mañana, las comidas se hacen tarde… Me costó un poco acostumbrarme, ¡pero ya soy una profesional de la siesta!
